Mientras recibía el
año nuevo en Tel Aviv, durante mis días libres, me imaginaba que
estarían haciendo mis amigos, mi familia, en Argentina. Pensaba que
voy a hacer cuando regrese a Argentina: trabajo, facultad, vida,
proyectos, deseos, visitar gente, compartir sobre Palestina,
reencuentros; mientras la sensación de extrañar iba creciendo, el
2012 se iba esfumando entre cervezas, brindis, música brasilera, y
lo perfecto e impecable de la ciudad de Tel Aviv.; ciudad del primer
mundo, luces que encandilan, playa, rambla, locales circulando sin
ánimos de amabilidad y cordialidad.
Finalmente, ustedes
saben, el tiempo no se detiene, no espera por nosotros para que nos
tomemos algo mas de tiempo para pensar, para reflexionar, para
proyectar, para desear, para tratar de imaginarnos que lo que
queremos para nosotros, que tendremos ganas de hacer en un nuevo año
de vida; el tiempo nos va comiendo, nos va devorando, desintegrando
hasta que un día nos advierte que ya es tarde y que pasó.
Ya era de día de
nuevo. El reloj marcaba las 3 en punto. El calendario decía
03.01.13. Algunos números eran los mismos. La situaciones no. Las
opciones tampoco. Los cuerpos y las mentes ya no son los mismos. Se
han modificado. Como una avalancha de sensaciones comienzo a caminar
en un nuevo momento, en un nuevo tiempo, en una nueva experiencia. Ya
es tarde para arreglar algunas cosas. Jamás es tarde para pedir
perdón. Nunca pienses que no tenes derecho a soñar. No dejes que
arranquen de tu cabeza la loca idea de que podemos ser en una
realidad diferente. Algunos sueños se fueron a dormir en el olvido;
otros se van despertando junto con el alba del nacimiento, con olor a
resurrección, y comienzan a tomar forma en una realidad que está
fuera de lugar.
Era hora de volver al trabajo. Era hora de ponerle una vez mas el
cuerpo a la incomprensión. Era hora de seguir acompañando algunas
vidas que rezan por vivir.
Como
ustedes sabrán, allá por el 24 de octubre de 1945, en San Fransico
(California, EEUU) se crea la Organización de la Naciones Unidas.
Los cañones y las armas de la Segunda Guerra Mundial estaban todavía
tibios y muchos seguían llorando muertos y limpiando la sangre de
miles y miles de seres humanos. Entre varias resoluciones en esos
primeros años, la Asamblea General de la Naciones Unidas del 24 de
noviembre de 1947, reunida en Nueva York,
aprobó
la
Resolución
181,
la cual recomendaba un plan para resolver el conflicto entre judíos
y árabes en la región
de Palestina,
que se encontraba en esos momentos bajo administración
británica.
El
plan de la ONU proponía dividir la parte occidental del Mandato en
dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía
Jerusalén
y
Belén,
bajo control internacional. La incapacidad del gobierno británico
para llevar a cabo este plan, una
vez mas, déjenme acotar,
junto con la negativa de los países árabes de la región a
aceptarlo, tuvo como consecuencia la guerra
árabe-israelí de 1948 y
los sucesivos enfrentamientos entre árabes y judíos. Para
los palestinos, esta guerra fue denominada Nakba (Catástrofe), y fue
el comienzo de una ocupación que lleva mas de 60 años. Para los
judíos, está guerra fue llamada Guerra de la Independencia o de
Liberación.
El
5 de junio de 1967, estalló la Guerra de los Seis Días, en la cual
Israel se enfrentó a Egipto, Siria e Iraq. En seis días Israel
conquistó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos
del Golán y el Sinaí.
En
noviembre de 1967 Naciones Unidas adoptó la resolución 242 por la
que urgía a Israel a retirar su ejército de los territorios
ocupados durante la Guerra de los Seis Días y a los países árabes
a respetar y reconocer el derecho de Israel a vivir en paz en el
interior de fronteras reconocidas internacionalmente. La OLP
(Organización de Liberación Palestina) rechazó categóricamente la
Resolución por considerar que "pisotea los derechos de dos
millones de palestinos", y exigían que Israel cumpliese su
parte y se retirase de los territorios conquistados, cosa que no hizo
y que marcaría el conflicto hasta la actualidad. En los años
siguientes a la guerra de 1967 se pasó a una guerra soterrada
conocida como guerra de Desgaste. Israel anexionó el municipio de
Jerusalén e incentivó los asentamientos de judíos en los
territorios ocupados. Egipto multiplicó su hostigamiento militar
contra Israel, que culminaría en la guerra de Yom Kipur, e
intensificó su apoyo a los grupos armados palestinos que, a partir
de 1968 (y con el apoyo de Siria al Frente Popular para la Liberación
de Palestina - FPLP), iniciaron una escalada terrorista internacional
sin precedentes (secuestros, ataque y explosión de aviones
comerciales, atentados contra embajadas y diplomáticos de Israel,
ataques a intereses de la comunidad judía en todo el mundo,
atentados contra instalaciones de gas y petroleras, etc. Esta
escalada culminaría finalmente en la masacre de Múnich).
El texto de la
resolución 242 es ambiguo en cuanto a si exige a Israel una retirada
de todos los territorios ocupados en la guerra (según el texto de la
versión francesa: Retrait des forces armées israéliennes des
territoires occupés lors du récent conflit) o de parte de los
territorios (según la versión inglesa: Withdrawal of Israeli
armed forces from territories occupied in the recent conflict).
Hace unos días
fuimos a un pueblo, muy cerca de Tulkarm, llamado Far'un. Allí nos
encontramos con Basán. Él es un hombre de unos treinta y pico. Está
casado y tiene tres hijos: una hija que está entrando en la
adolescencia, un varón de unos 8 años y una pequeña de un año y
medio.
Basán nos
comentó que terminó de construir su casa por 1998 y que a las pocas
semanas recibió, por parte del gobierno israelí su primera orden de
demolición. Estas ordenes, entre pocas razones claras, dicen que las
casas de algunos palestinos se encuentran muy cerca de la linea
verde, una linea imaginaria que fue declarada por el '48 y que
establece la separación entre los pueblos palestinos e israelíes, y
que el Estado Israelí, por asuntos de seguridad nacional, debe
demoler las casas. Cuando digo demoler, me refiero a que los
militares israelíes llegan con maquinas topadoras y tiran abajo por
completo, en pocos minutos, las casas. El tiempo que las familias
tienen para sacar sus cosas y encontrar otro lugar en donde vivir
varia según el humor de las autoridades israelíes y la agenda de
prioridades de los soldados. A veces meses, a veces días, a veces
horas.
Desde el '98
hasta ahora, Basán ha logrado, con abogados y mucho dinero, ir
aplazando el tiempo de la demolición. La suerte de sus vecinos no ha
sido la misma, y el barrio de Basán esta decorado con escombros de
algunas casas que alguna vez fueron hogares de familias palestinas.
Basán nos
comentó que hace unas semanas estuvo de nuevo en una corte israelí,
en una vista con el juez. Nos dijo que está vez no tuvo una buena
sensación y que cree que está llegando el tiempo de pensar en otro
lugar. Nos contaba que por el no tiene miedo, que se puede quedar ahí
y pelear por su hogar hasta el ultimo minuto, pero que teme por sus
hijos. Nos dijo que todos los días, antes de que la niña mas que
pequeña valla a dormir, le cuenta algunas historias, cuentos de
otros tiempo, que hablan sobre soñar, sobre Dios, sobre que no todas
las personas son malas, y que ella tiene que rezar antes de dormir y
pedirle a Dios que los cuide; que Dios escucha y que es bueno. Que
algunas veces los seres humanos nos equivocamos y cometemos errores,
pero que siempre tenemos la oportunidad de perdonar.
Sacamos fotos,
hablamos del año nuevo. Tomamos juego. Los niños me enseñaron un
juego con las manos. Cuando nos estábamos yendo, le dije a Basán
que iba a compartir su historia con ustedes; le dije que le iba a
pedir a mi Dios para que toque algunos corazones y detenga razones
nubladas por el odio. La verdad, es que no sabía que decir. La
verdad es que debí quedarme en silencio. Basán no dejaba de
agradecernos por nuestro trabajo. Yo sentía que no estábamos
haciendo mucho. Se lo dije. Me contestó que las casas y lo muros se
pueden derribar y reconstruir, pero que la vidas son mas valiosas y
que si necesitan algún otro lugar en donde vivir, hay miles de
hermanos y hermanas que los van a recibir con un plato de comida y un
lugar donde descansar. Que le duele y que está enojado; que no es
justo porque el no le robo nada a nadie y que todo lo que hizo y
hace, lo consigue a fuerza de trabajo. Basán sueña y desea que sus
hijos puedan crecer y vivir lejos del odio y rencor de otros tiempo,
de otras historias, de otras guerras.
Quizás
podemos jugar. Los y las invito, sentados en sus casa, o desde donde
estén leyendo esta pequeña parte de una gran historia, que jueguen
a pensar en sus familiar, en aquellos que están cerca o lejos, y
sigan jugando, y que cierren los ojos y se imaginen una maquina que
viene hacia sus casas u hogares con la intención de tirarla abajo,
de destruir sus muebles, sus paredes, sus techos, sus fotos, sus
recuerdos, sus partes sin terminar, sus historias representadas en
materialidades. Maquinas de metal y maquinas humanas vaciadas de
sentimientos.
Al final de
día fueron solo horas que intentaron ordenarnos. Al final del año
quizás solo fueron historias que compartiremos con otros y otras.
Finalmente, un año mas ha sido un intento de sistematizar nuestras
vida a gusto y placer de los que organizan la historia según sus
criterios. Cuando una vieja parte de la historia se va esfumando y
una nueva va cambiando de números para erguirse nuevamente como la
reguladora de la realidad, nosotros estamos acá, en medio de dolor y
odio, en medio de demoliciones de sueños e historias, en medio de un
lugar que no tiene mucho lugar en alguna historia de liberación. En
historia que ha sido y es de esperar lo peor, historia de movimiento
involuntario hacia lugares que no son hogares.
Que nuestro
Dios, el mio y el de ustedes y el de ellos, nos regalen una vez algo
así como 365 nuevas oportunidades de liberarnos, nuevas
oportunidades para des-organizar nuestras prioridades; quiera Dios
que a Basán no le demuelan la casa; quiera Dios que aquellos niños
y niñas tengan un lugar donde ser libres y soñar sin limites
absurdos y muros arbitrarios; quiera Dios que aquellos niños y niñas
puedan caminar libres de opresiones, que puedan crecer en un hogar de
amor y paz. Como vos y como yo.
Hoy, de nuevo,
te pedimos Dios que sea.
Hasta otro
día.
05.01.13
- Tulkarm - Territorios Palestinos
Jonathan
Michel
Se que si no has escrito, es porque no has podido, pero eso no quita las ganas de leer algo nuevo en esta bitácora digital.
ResponderEliminarAbrazo, hermano.